M. es el niño grande que mira desde el suelo hacia el suelo y siente vértigo, y poco más. El que prefiere estar castigado de cara a la pared para no ver la espada. La dirección que lleva la contraria en todas las situaciones, a la que acudo cuando todo está mal, la casa donde aprendí a nadar bajo tierra.
El miedo irracional que siento por la mantis religiosa, es, lo involuntario de todo lo primario, lo último.
El estado que recibe todos los golpes por dejar de creer en la suerte. La abeja en el pajal. La aguja en el costado. Las costillas rotas, escamas, víboras, Medusa. El pez en la pecera. La pecera en el fondo mirando la inmensidad del mar.
M. es la flecha en el talón de Aquiles. La ruleta de Ivánovich.
La última calada, del último cigarro que me propuse fumar.
M. es la única ventana abierta cuando suena la llave en la cerradura.
M. pero el mundo.
M. no es una letra.
7.27.2015
5.07.2015
Notas sobre el paso del tiempo y bajo presión
Abre la palma de la mano y se le caen dos lianas en las que colgar el columpio. Hace un nudo a medida de mi cuello y me lo pone en el dedo, como señal de no sabemos a qué estamos perdiendo, sean las reglas que quieran.
Estoy cansado de ser equilibrista, le digo, de simulacros de vértigo y mar. De oír olas con ecos, de la inmensidad de un remolino, de caer subiendo lianas para escapar de cualquier nudo.
Hace demasiado tiempo que no escrito, y se me han olvidado las maneras. Disculpa, ¿Tienes miedo?
Haz de todos los momentos una situación cualquiera y descontextualiza mis palabras para entender todo lo que nunca he entendido.
Siente la culpabilidad saliendo de mi boca, mira mi aliento y dime si dentro puedo seguir creyéndote vivo.
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Empiezan a pasar los coches con los faros encendidos y barco a la deriva. Me pierdo en un mar de qué dudas caben si la realidad lo ha acaparado todo. Odio esto de ser práctico, porque al final se hunde. Todo a estribor, vamos camino de repetir la misma historia en la que el protagonista toca fondo con cuentos mal acabados.
Se me niebla la vista y está anocheciendo.
Tengo las cortinas corridas, que me prometiste.
Esperar es menos cansado que buscar, dices, y más conformista, pero tengo tabaco y fumar andando nunca me ha terminado de convencer.
Excusas, de qué excusas quieres que te hable que te haya soltado ya.
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Hay personas tristes sonriendo y gente llorando porque lloran. ¿Tú qué quieres?
Escaldado se sale mejor, pero siempre me ha gustado tirar piedras al fango. Con tanto río vamos acabar cubiertos.
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Ahuyentar a las fieras es más fácil que atraerlas.
¿Tiene fuego?
3.05.2015
Sigue sin ser M.
M. es la biografía que nunca escribiré en verso. La distracción del conductor. La pared a la que miro cuando me castiga la seño. El espejo empañado del baño, pero con la vida. El entierro en el que me río. El brazo torcido.
Mis ganas de fumar.
El tiempo que hace que no le veo nublado ha atrincherado en la escalera mil nubarrones. Parece que va a llover en cualquier momento inoportuno y va a dejar seco el río de tinta que tiré a la basura.
Ven nadando, que me voy a poner el cepo en el pie y vamos a jugar a que yo soy la presa y tú el que se traga el agua.
1.24.2015
Volver a la carga
He vuelto a la carga de todos mis miedos, y no te has movido ni uno. Pero pesa más tu cuerpo que toda esta pena, que no presa, pájaro en tramo mal dibujado a punto y final de inundar mi estado natural.
Hay personas que inspiran al mismo tiempo y poemas inmortales, expirad. Tiempo que corre en carreras clandestinas y pérdidas en las apuestas: yo lo hice por ti y solo apuntaste en la diana mi nombre.
La apatía se ha vuelto el común de los mortales; la gente habla de sus sentimientos con demasiada normalidad, vulgar del viento, que arrasa con todos, viento al tiempo.
Apuestan en mano los ciento volando.
- Oído y odio solo tienen una errata de diferencia, por eso sordos hablan con demasiada facilidad de lo que asienten y escuchan con intención lo que les dictan mal. -
Te has vuelto a declarar mi guerra interior, quién te ha dado vela en esta fiesta. Balas lentísimas desde dentro hacia fuera, disparas. Balas perdidas flotando en el aire.
Me has vuelto a dejar en estado de excepción.
.
Balas que sobrevuelan mi cama., cuervos. Balas que salen de tu cuerpo como nido.
Balas amenazantes que nunca me harán el daño que te quiero. Balas rayanas mi piel, balas mentira.
Balas que esperan a que me saques los ojos para malcriarte.
.
Hay poca luz al final del túnel, que es un puente mirado desde abajo donde se acurrucan los cobardes incapaces de saltar, porque estás anocheciendo en mi cama y la temperatura corporal desciende al infierno, que es hielo y no fuego.
Voy a patinar en tu corazón y verás qué marcas.
Y a empezar a mirar a las ventanas como puertas incapaces como tú, y a cerrarme los ojos, a tapármelos como en mi funeral, pero bailando el agua estancada como música triste, me suenas.
El cieno no es más que barro en tus pies, y me hundo.
Hay personas que inspiran al mismo tiempo y poemas inmortales, expirad. Tiempo que corre en carreras clandestinas y pérdidas en las apuestas: yo lo hice por ti y solo apuntaste en la diana mi nombre.
La apatía se ha vuelto el común de los mortales; la gente habla de sus sentimientos con demasiada normalidad, vulgar del viento, que arrasa con todos, viento al tiempo.
Apuestan en mano los ciento volando.
- Oído y odio solo tienen una errata de diferencia, por eso sordos hablan con demasiada facilidad de lo que asienten y escuchan con intención lo que les dictan mal. -
Te has vuelto a declarar mi guerra interior, quién te ha dado vela en esta fiesta. Balas lentísimas desde dentro hacia fuera, disparas. Balas perdidas flotando en el aire.
Me has vuelto a dejar en estado de excepción.
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Balas que sobrevuelan mi cama., cuervos. Balas que salen de tu cuerpo como nido.
Balas amenazantes que nunca me harán el daño que te quiero. Balas rayanas mi piel, balas mentira.
Balas que esperan a que me saques los ojos para malcriarte.
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Hay poca luz al final del túnel, que es un puente mirado desde abajo donde se acurrucan los cobardes incapaces de saltar, porque estás anocheciendo en mi cama y la temperatura corporal desciende al infierno, que es hielo y no fuego.
Voy a patinar en tu corazón y verás qué marcas.
Y a empezar a mirar a las ventanas como puertas incapaces como tú, y a cerrarme los ojos, a tapármelos como en mi funeral, pero bailando el agua estancada como música triste, me suenas.
El cieno no es más que barro en tus pies, y me hundo.
1.05.2015
Ahogarse en el silencio contenido en tu calada, discontinúa haciéndome daño, es un caos. La mentira tiene las piernas de una zorra y yo sólo quiero oírte gemir mi versión de los hechos.
“Atención: distracción”, dice el cartel, idiota. Pega un volantazo, que salto. Cógeme al vuelo y déjate tirar. Caídas, qué sabrás tú de mis bajos fondos que no me hayas contado ya.
Acelera que respiro más fuerte. ¿Te oyes?
Eres mi única voluntad.
La última calada.
No pares.
----
Andar lo recorrido por si me falta algún lugar que no me recuerdes, olvídate, no lleva a Roma. He decidido quedarme quieto por si te cansas de no esperarme cuando lo dejo todo, pero dime ven, que cuervos.
Críalos con el cuidado que me tienes y déjame probar a hablarte el idioma del ciego: Léeme la boca.
El camino de vuelta a casa es a empezar también, mareado ya. Como cuando me abrazabas sin que nadie se diera la cuenta que ahora te das tú, que es la que me traen, que ya ni pesa.
Calculas mal, como siempre aunque ahora, nunca.
“Atención: distracción”, dice el cartel, idiota. Pega un volantazo, que salto. Cógeme al vuelo y déjate tirar. Caídas, qué sabrás tú de mis bajos fondos que no me hayas contado ya.
Acelera que respiro más fuerte. ¿Te oyes?
Eres mi única voluntad.
La última calada.
No pares.
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Andar lo recorrido por si me falta algún lugar que no me recuerdes, olvídate, no lleva a Roma. He decidido quedarme quieto por si te cansas de no esperarme cuando lo dejo todo, pero dime ven, que cuervos.
Críalos con el cuidado que me tienes y déjame probar a hablarte el idioma del ciego: Léeme la boca.
El camino de vuelta a casa es a empezar también, mareado ya. Como cuando me abrazabas sin que nadie se diera la cuenta que ahora te das tú, que es la que me traen, que ya ni pesa.
Calculas mal, como siempre aunque ahora, nunca.
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Ojalá pudiera ir, pero no vienes.
12.31.2014
Él no es M.
Es puntualmente perfecto, con carácter retroactivo cuando quiere y dos ojos que miran más que ven, cuando se va.
Distante a distancia, cercano cuando todo está lejos. Amable por naturaleza fiel, y amante de los animales salvajes en todas las camas, también en la mía.
Consecuente sin coherencia, concurrente a mis formas. Displicente en mi soberbia, cordal sin juicio.
Es la manzana permitida de la que Eva acabó cansándose. El gigante escondido en el molino de viento. La canción favorita de Irene. La naranja de Umbral. El cuarto traste de Boza.
La tormenta que desata toda la calma.
Él, que contradice mis silencios y hace la contra a lo que se dice, que cree en el tacto ilógico de las formas por deformación profética de los recuerdos y acapara el vacío en sus manos mientras los cientos vuelan al tiempo por el aire que le falta.
La letra que da comienzo a un nombre y define mis estados de ruinas, de ánimo en pena, vagabundo por mi mundo interior, que es un niño malcriado.
Que reconoce mis errores como si los hubiera cometido y los maneja a mi gusto por una carretera solitario.
Él, que trae con cuidados la distracción de las bestias y les da de comer de mi puño y su letra cuando le toco el pelo. Que agarra mi mano con la fuerza con la que hace sombra.
Que se interpreta a sí mismo en todos los espacios fuera de campo y a mí en el marco, que reproduce su voz en todas las paredes y hace la reverencia con el público de espaldas.
Que se sabe todos mis puntos de carrerilla y los recita con la calma que es tormenta. Que sabe a lluvia. Que huele a pisada mojada.
Él, que todo eso, sino yo.
Él, que no él sino M.
Él, que no él sino M.
12.24.2014
Embalsamados
Buenas, queridos amigos y amigas del mundo virtual.
Hoy toca jugar a ser poeta o escritor o yo qué sé.
Os comento:
Os comento:
El año pasado se me ocurrió recolectar, embalsamar, juntar, coleccionar, los mejores textos que había dado de sí el año y que estaban publicados – Los que no, suelen acabar en la papelera de reciclaje –. Hoy, 24, hace justo un año de aquello y como si fuera ayer voy a hacer lo propio con este año.
El caso es que en aquel entonces llamé a todo aquello “Embalsamados” (en un alarde de originalidad, de imaginación, de lucidez suprema) y el de este (en otro alarde ídem) se llama “Embalsamados Volumen II”.
Este año ha sido un poco locura, por aquello de que alguien quiso hacer de todo esto algo serio y por la conciencia que toma uno de todos los miedos que le suponen ser considerado autor o escritor. Porque ni lo soy ni lo pretendo.
Todo esto surgió como el juego de un adolescente con ínfulas de sensible y ni planeo ni busco nada más – sería un insulto a los que de verdad hacen poesía –.
El caso es que una semana antes de decidir llevar a cabo todo esto me di cuenta de que seguía en el punto de partida, ese punto, sí. Fui consciente de que no había superado nada, de que había confundido un giro sobre mí mismo con andar, con correr, a veces. De que había visualizado el horizonte pero sólo veía mis pies moverse, como andando, sin avanzar absolutamente nada, ni un palmo.
Los sentimientos no se superan, se cubren de capas y capas de otros sentimientos más mediocres. Por eso el primer amor es como es y por eso el resto.
Por eso, también, estos embalsamados están escogidos con el cariño que da entender lo que escribía aunque nunca llegar a comprenderme. La frialdad que cede el paso del tiempo, pero la familiaridad de estar justo donde los escribí, como volver a casa.
Aquí quedan los retratos de todos los tiempos pasados convertidos en presente, como cuando rememoramos las hazañas con los amigos de toda la vida.
Aquí quedan.
Sin mucho más que decir, dejaros aquí el enlace al PDF cutre en el que he embalsado diez meses de toda una vida.
Publico para conservar, para dejar en manos de todos lo que me hago tragar – qué imagen tan bonita, lo sé –. Así que nada.
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