1.24.2015

Volver a la carga

He vuelto a la carga de todos mis miedos, y no te has movido ni uno. Pero pesa más tu cuerpo que toda esta pena, que no presa, pájaro en tramo mal dibujado a punto y final de inundar mi estado natural.
Hay personas que inspiran al mismo tiempo y poemas inmortales, expirad. Tiempo que corre en carreras clandestinas y pérdidas en las apuestas: yo lo hice por ti y solo apuntaste en la diana mi nombre.
La apatía se ha vuelto el común de los mortales; la gente habla de sus sentimientos con demasiada normalidad, vulgar del viento, que arrasa con todos, viento al tiempo.
Apuestan en mano los ciento volando.
- Oído y odio solo tienen una errata de diferencia, por eso sordos hablan con demasiada facilidad de lo que asienten y escuchan con intención lo que les dictan mal. -

Te has vuelto a declarar mi guerra interior, quién te ha dado vela en esta fiesta. Balas lentísimas desde dentro hacia fuera, disparas. Balas perdidas flotando en el aire.
Me has vuelto a dejar en estado de excepción.
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Balas que sobrevuelan mi cama., cuervos. Balas que salen de tu cuerpo como nido.
Balas amenazantes que nunca me harán el daño que te quiero. Balas rayanas mi piel, balas mentira.

Balas que esperan a que me saques los ojos para malcriarte.

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Hay poca luz al final del túnel, que es un puente mirado desde abajo donde se acurrucan los cobardes incapaces de saltar, porque estás anocheciendo en mi cama y la temperatura corporal desciende al infierno, que es hielo y no fuego.
Voy a patinar en tu corazón y verás qué marcas.
Y a empezar a mirar a las ventanas como puertas incapaces como tú, y a cerrarme los ojos, a tapármelos como en mi funeral, pero bailando el agua estancada como música triste, me suenas.
El cieno no es más que barro en tus pies, y me hundo.