12.08.2014

Recoger anclas

Hace dos semanas que no te escribo porque hace dos semanas que no peso, que la gravedad se ha olvidado de mí y que el suelo, como el cielo, es demasiado etéreo. Que floto, que vuelo, que no necesito levar anclas.
- Porque escribirte es eso, recoger todas las anclas en mi cuello. -
Quizá tenga que ver con la oquedad del poeta o con esa impotencia del no poder señalarte cuando alguien me pregunta qué es de mí, como dice la otra, o con tu empeño en no acertarme. O tal vez no tenga que ver nada si tú no lo has mirado antes.

Tengo la mano entumecida de tocar hielo.

Repican respiraciones que parecen mi respiración, y retumban las paredes que callan resignadas. Llaman al rito, al funeral.
Me observa un espejo con la frialdad que le ha concedido la costumbre - Le miro poco porque temo que otros ojos me hagan ver. - 
 Y una luz en el techo me ciega que éste es el final del túnel, que ya está, que a partir de aquí campo a través.

Las fotos en la pared colgado deforman mi imagen de la irrealidad. La tuya.
- Tengo la cara roja del frío, del congelado. -
Pesa más la ausencia que el bloque de hielo. Pero ya te dije, descongelar te deja los dedos insensibilizados, y entre sentir hielo y no sentir nada, me quemo contigo.
Como cuando no fumas, pero fumo.
Como cuando no fumo, pero no quieres.

Hace dos semanas que no te escribo, pero creo que no voy a dejar de hacerlo.

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Tiene diez maneras de perder el ritmo, y una está debajo de mi cama.
Diez maneras de perder el ritmo y todas las de perderse.
La displicencia constante del satisfecho y el rencor acumulado dispuesto en puntos cardinales sobre un mapa de Madrid.
Las circunstancias que no soy, es. El mediodía.
La risa al final de la escapada.
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Una vez corrimos tanto que te olvidé por un momento. Dijiste mi nombre como dirías cualquiera, como se dicen los nombres menos importantes. Y te adelanté.
Gritaste mi nombre como pidiendo auxilio.
Y Paré.
Y Paraste.
Y lo volviste a hacer.
Una vez más soy yo el que lo necesita. 

Oxígeno,
nos vamos a quemar por jugarnos tanto.

Voy a dejar de escribirte.