Esta inmortalidad que me regalas,
La quiero
Si me prometes
Que no me dejarás morir a tu lado.
Si me aseguras
Que cuando necesite
Arrancarme la piel,
Mirarás tan impasivo,
Que el tiempo te apremie.
Y que cuando esté a punto de
Aterrizar en el abismo,
Estarás ahí,
En el fondo,
Riendo a carcajada.
Y me dejarás caer,
Para luego recogerme,
Lamerme las heridas
Y darme un beso
De buenas noches.
Si me juras
Que cuando retroceda
Tres pasos,
Me incitarás a que lo haga treinta,
Y desde la distancia
Me grites a pleno pulmón:
“Qué lejos te has mudado”.
Y cuando vuelva
Corriendo,
Y quiera darte un abrazo
Me apartes y grites
Enfadado:
“Llegas tarde a nuestro funeral, mamón”.
Y que cuando fume demasiado
Me enciendas otro pitillo,
Me des un folio y un bolígrafo
Y me obligues a dibujarte
Con palabras que me dictes.
Te calles mientras fallo
Y me frustro.
Y sueltes un sigiloso:
“Bah, no me sorprende”.
Que cuando te dé de comer
Muerdas la mano tan fuerte
Que me saques el cacho
Y me dejes sin cuello.
Que me pises la cabeza
Cuando me duela
De tanto pensarte.
Pero nunca, jamás,
Me digas que me quieres.
Porque una inmortalidad
Llena de amor
No se la deseo
Ni al peor de mis enemigos,
Que soy yo.
Dame guerra, que amor me lo puede dar cualquiera.