Lo más triste de morir
en tu brazos
es la resurrección
y sentirme enterrado.
Sin flores
a las que arrancar los pétalos
chillones de que no me quieres.
Así sería más fácil engañarme
y sonreír
sin ti.
Te he querido hasta en entretiempo,
y los cambios de temperatura
no me dejan escuchar
bien.
Ni sentir demasiado.
Nadie sabe lo que tiene
hasta que lo entretiene el silencio
y yo estoy cansado de escuchar paredes
que me mandan callar.
Tengo la barriga llena
de mariposas
en estado de putrefacción.
Que no es insomnio,
idiota,
es miedo a despertar
y que sean más cortas
las distancias.
La vida no me asusta
tanto como no saber nada de ti,
no te cuesta salud
enfadarte de vez en cuando
si te tiro a la cara
todo lo que deberíamos hacer
sin moral
alguna.
Soy demasiado tonto,
salvo cuando lo parezco.
A base de aterrizajes forzosos
he comprendido
que el avión
es el único modo
en el que puedo vivir.
Sin cobertura.
A veces
deseo
no hacerlo tanto.
Ya no quedan dientes de león
En mi tumba,
ni flores,
a las que pisar
cuando sus pétalos griten que no
me quieres.
Y resucito llorando
tras morir en tus brazos.