Se prende la llama y apareces como si el aire fuera tu lienzo y el derecho de mancharlo a puro blanco sin contemplación fuera tuyo. Subes y te desvaneces como si tu mera presencia hubiera sido un hecho fortuito y dejas tras de ti un olor reminiscente. Entras a mis pulmones a pura inspiración ahogando el oxígeno que te acompaña y del mismo modo besas mis labios para volverte a marchar, con esa sensación de que nada ha pasado. Entras y sales, apareces y te desvaneces, una y otra vez, dejando en mí el único recuerdo de haberte tenido aquí y haber volado a escasos segundos de saborearte.