8.04.2013

El momento previo a la caída

Empapados, comenzamos a callar. Mi oreja reposaba en su corazón, mientras la brisa dejaba entrar a la luna por la ventana. Su respiración contenía la mía. Aún podía lamerse la pasión en aquella cama desvalijada. Sábanas y ropa creaban en el suelo un lienzo mortal. Sus dedos se deslizaban por mi brazo, quieto por miedo a que algo pudiera cambiar. Nada andaba exento de belleza, sedentario todo, casi callado el mundo. Retumbaban voces foráneas, risas insensatas, que vaiveneaban por toda la habitación y nos dejaban aún más callados. Rompía nuestro silencio con un suspiro, le miraba intranquilo, y sonreía sin más. Ambos sabíamos a lo que nos enfrentábamos: al final de aquel momento, que como una hoja forestal en otoño, se cayó y murió.