El sol se dejaba ver por las copas de los encumbrados árboles mientras el viento se mecía entre sus ramas. Un ejército de pinos nos atrincheraba en aquel pequeño paraíso verde. Tu cuerpo se enredaba con el suelo mientras el mío simplemente lo acompañaba, con mi cabeza adormecida en tu pecho, dirección a tus palabras, sintiendo el latir de tus pensamientos. Una pequeña canción sonaba de fondo y a lo lejos, tal que las amazonas estuvieran iniciando sus batallas. Sonreías y el mundo así te seguía. Simplemente, era onírico.