Siento todos los poros de tu piel impregnados en la mía. Tus alas rodean mi cuerpo y disuelven al resto del mundo en un halo de patetismo. Oigo tu respiración, ¿existe mejor sinfonía?. Tus labios se pasean por mi cuello donándome las llaves del paraíso. Mis dedos bailan con tus cabellos mientras sus gemelos se mueven a su antojo en tu espalda. Tu vientre y el mío comienzan un rito lleno de caricias y sonrisas inventadas. ¿Qué más puedo pedir a la vida si ya siento la eternidad?