
He kilometrado los minutos que nos atraviesan el corazón, y la Luna está más cerca. Que tu piel a veces grita tan fuerte que me deja completamente sordo. Ahh ¡qué bonito es el mundo en silencio! Me he plantado tantas veces a mitad de la partida, que aún me quedan demasiadas cosas por ganar y perder: tú y tus labios, que me asustan como asusta la oscuridad al niño, esa oscuridad en la que habitan millones de monstruos y de la que sólo puede salir airoso bajo las sábanas. Y tú eres mi sábana. Que no es el miedo al principio, sino al final lo que me para los pies cada día. Y tu sonrisa. Y esos ojos claros. Y esa boca, joder, esa boca. Y esa manera que tienes de mirarme, idiota. Que si doy un paso más ya no habrá vuelta atrás, y el precipicio es muy hondo, y a mi siempre me han dado miedo las alturas. Pero supongo que ya no me queda otra, las piernas me tiemblan y dudo que pueda aguantar de pie mucho más tiempo.